POLITICA
21/10/2025
Controversia en Reino Unido por dichos de Robert Jenrick sobre prohibir el burka en espacios público
Por Emma Garcia
Robert Jenrick, figura prominente del Partido Conservador británico, encendió una fuerte polémica en el Reino Unido tras declarar en una entrevista que “probablemente apoyaría” una prohibición del uso del burka en espacios públicos. Las declaraciones, que se dieron en un contexto de creciente tensión política y social, fueron catalogadas por críticos como un ataque directo a la libertad religiosa y a los derechos de las mujeres musulmanas.
El exministro del Interior argumentó que “no hay lugar para símbolos de separación cultural tan profundos” en la sociedad británica y que el uso del burka podría interpretarse como una forma de opresión hacia las mujeres. Aunque afirmó que su postura no es definitiva, sostuvo que “el Reino Unido necesita recuperar valores comunes y cohesión social”.
La reacción no tardó en llegar. Organizaciones de derechos humanos, líderes musulmanes y políticos de distintos partidos calificaron los comentarios como discriminatorios e incendiarios. La organización Liberty declaró que “la libertad de vestimenta y de religión son pilares fundamentales de cualquier democracia liberal”, mientras que la diputada laborista Zarah Sultana acusó a Jenrick de “alimentar la islamofobia para ganar puntos políticos”.
Desde el propio Partido Conservador hubo incomodidad. Algunos miembros pidieron cautela y evitar discursos que puedan alienar a las comunidades minoritarias. Sin embargo, sectores de la derecha más dura del partido salieron en defensa de Jenrick, afirmando que “no se puede permitir el relativismo cultural cuando se trata de la dignidad de la mujer”.
El gobierno, por su parte, intentó marcar distancia. La ministra del Interior, aunque no se refirió directamente a Jenrick, reafirmó en una declaración oficial que “el Reino Unido valora y protege la libertad religiosa de todos sus ciudadanos”. La postura oficial busca contener un posible daño electoral en medio de un ambiente político tenso, con elecciones regionales programadas para las próximas semanas.
El debate se da en paralelo a otra crisis institucional: la renuncia de una sobreviviente de una red de explotación sexual infantil que participaba en una investigación oficial. La mujer acusó al gobierno de encubrir a funcionarios implicados, lo que aumentó la presión pública sobre Downing Street.
Analistas consideran que el tema del burka puede ser utilizado como arma política, especialmente en zonas donde los votantes conservadores temen el avance del multiculturalismo. Sin embargo, también advierten que este tipo de discursos polarizadores pueden erosionar la cohesión social y fortalecer posiciones extremistas.
Por ahora, la polémica sigue escalando y se espera que el tema vuelva al Parlamento en los próximos días. La pregunta de fondo sigue siendo: ¿puede una sociedad democrática limitar prácticas religiosas en nombre de la integración?
El exministro del Interior argumentó que “no hay lugar para símbolos de separación cultural tan profundos” en la sociedad británica y que el uso del burka podría interpretarse como una forma de opresión hacia las mujeres. Aunque afirmó que su postura no es definitiva, sostuvo que “el Reino Unido necesita recuperar valores comunes y cohesión social”.
La reacción no tardó en llegar. Organizaciones de derechos humanos, líderes musulmanes y políticos de distintos partidos calificaron los comentarios como discriminatorios e incendiarios. La organización Liberty declaró que “la libertad de vestimenta y de religión son pilares fundamentales de cualquier democracia liberal”, mientras que la diputada laborista Zarah Sultana acusó a Jenrick de “alimentar la islamofobia para ganar puntos políticos”.
Desde el propio Partido Conservador hubo incomodidad. Algunos miembros pidieron cautela y evitar discursos que puedan alienar a las comunidades minoritarias. Sin embargo, sectores de la derecha más dura del partido salieron en defensa de Jenrick, afirmando que “no se puede permitir el relativismo cultural cuando se trata de la dignidad de la mujer”.
El gobierno, por su parte, intentó marcar distancia. La ministra del Interior, aunque no se refirió directamente a Jenrick, reafirmó en una declaración oficial que “el Reino Unido valora y protege la libertad religiosa de todos sus ciudadanos”. La postura oficial busca contener un posible daño electoral en medio de un ambiente político tenso, con elecciones regionales programadas para las próximas semanas.
El debate se da en paralelo a otra crisis institucional: la renuncia de una sobreviviente de una red de explotación sexual infantil que participaba en una investigación oficial. La mujer acusó al gobierno de encubrir a funcionarios implicados, lo que aumentó la presión pública sobre Downing Street.
Analistas consideran que el tema del burka puede ser utilizado como arma política, especialmente en zonas donde los votantes conservadores temen el avance del multiculturalismo. Sin embargo, también advierten que este tipo de discursos polarizadores pueden erosionar la cohesión social y fortalecer posiciones extremistas.
Por ahora, la polémica sigue escalando y se espera que el tema vuelva al Parlamento en los próximos días. La pregunta de fondo sigue siendo: ¿puede una sociedad democrática limitar prácticas religiosas en nombre de la integración?







